Pompeyo del valle

POEMAS DE POMPEYO DEL VALLE
(selección de Jorge Luis Oviedo)

HONDURAS

Sobre esta Honduras de fusil y caza,
De asfixiado color y amarga vena,
Se oye gemir el mapa de la pena
Que en murallas de sal se despedaza.

Bajo esta Honduras de metal y maza,
De enterrado perfil-laurel y arena-
Como un tumulto de cuchillos suena
La atormentada sangre de la raza.

Pero otra Honduras de potente aurora
Decidida y total y vengadora
Alza la frente perseguida y bella.

Porque una tropa juvenil se agita
Bajo su cielo y en su voz gravita
El porvenir, fundado en una estrella.



LEMPIRA,
PRIMERA SEMILLA DE LA LIBERTAD

Lempira, Gran Señor,
con amor pronunciamos tu nombre:
lo pronuncian las lenguas del agua,
las pequeñas hijas del Hol pop,
los amargos labios del Hol can ,
el agua Azul,
las garzas,
los matemáticos ,
los astrónomos,
los jugadores de pelota,
las grandes máscaras de madera
y los cuatro Bacabes que sostienen
el cielo.

II

Lempira, Gran Señor,
con amor pronunciamos tu nombre:
tu nombre tenso como la cuerda
en el arco del guerrero;
tu nombre con siete pájaros,
tu nombre con siete piedras,
tu nombre con siete soles,
con siete lunas,
con siete estrellas,
con siete dardos,
con siete gritos,
con siete vueltas,
tu nombre con siete dientes de jaguar,
tu nombre con siete mujeres que cantan,
tu nombre con siete hombres que cantan,
tu nombre con siete viejitos y siete años
que cantan,
tu nombre con siete cazadores muertos,
tu nombre con siete cazadores vivos.

 III

Lempiras, Gran Señor,
con amor escribimos tu nombre:
los escribimos en la cal de los muros,
en el sueño,
en sangre,
en los parpados.
en la guerra,
en la paz,
en el mar lo escribimos,
en la hierba,
en las nubes,
en la sombra,
en la noche,
en el día, Señor , escribamos tu nombre.



IV

Lempira, Gran Señor,
con amor pronunciamos tu nombre:
tu nombre hermoso como tu vida,
tu nombre hermoso como tu muerte,
como el resplandor de las fogatas,
como tu altísima frente coronada de plumas,
como tu pecho de humo sagrado,
como tu corazón de rió, de tierra amarilla,
negra, roja, verde, blanca,
de tierra trabajada
donde cayó y combatió
la primera semilla de la Libertad!



SONETO I

Inmerso en la ansiedad de tu cintura,
Como una leve mariposa de agua,
Mi pensamiento intrépido fulgura
Rompiendo los misterios de tú enagua.

Y hasta tu voz que se empapó en la brisa,
Vuela mi voz para beber tú aliento,
Y en los rápidos tumbos de tu risa
Se va mi corazón, claro y sediento…

Es de música suave tu presencia.
Y sorprendo – dolor -  mi propia ausencia
En tus ojos fijos y lejanos…

Tiembla mi soledad y se extasía
Sobre la tarde múltiple y vacía
Cautiva en el hueco de mis manos.






LA RUTA FULGURANTE

No hay vida sin canto, como no
hay vida sin sol.  Julio Fucik

Comprendo que esto
Tiene que ser así. No debemos olvidarnos                                                                                                  de la alegría. A pesar de todo
y sobre todo
tenemos que ser fuertes para reír
y para creer en la dulzura.

Y sobre todo ser sencillos,
ser como deben ser los hombres limpios:
ser claros y luminosos
como la lluvia que trabaja alegremente
y hace palpitar la tierra
como un gran corazón enamorado.

Ahora lo proclamo. La esperanza
es una bella posibilidad futura.
Ella te hace levantar la cabeza y soñar.
Ella te infunde fe y te anima
a seguir adelante. Ella te hace crecer
y sonreír frete al universo.
Ella abona el terreno debajo de tus pies.
Ella traza tu ruta y la llena de fulgores.
Es como un pájaro de grandes alas.
Tú puedes tener errores pero ella jamás se equivoca porque consigue mantenerte firme.

No somos ratas. Somos hombres.
Tenemos el deber de cantar y edificar
haciendo honor al género humano.

Ahora descubro jubilosamente
que puedo cantar a las más humildes flores
sin temor a parecer ridículo.



Y me complazco en llamarme a mí mismo
el cantor de la vida
con una sencillez radiosa
que solo pueden,
con sus pétalos,
disputar las margaritas.

No se puede vivir sin canto,
como no se puede vivir sin sol.



MUCHACHAS DE LAS ISLAS

No las he visto nunca, pero sé que son bellas,
que son del archipiélago – como las aves marinas –
el júbilo del agua, la nupcial
alegría de las Olas gigantes.

Adorables muchachas de las islas,
rodeadas por corales y tortugas enormes,
hoy, desde tierra firme, vuela mi voz y os lleva
la rosa de mi sangre, hecha fulgor y canto.

Saludo entusiasmado vuestros cuerpos felices
– maestros de los juncos – adorables muchachas
de Frech Harbor, de Utila, Roatán y Guanaja.

Sois poesía de Honduras
aunque nunca vuestros pies hayan tocado
tierra continental; y solamente
sepáis hablar inglés, y vuestros ojos
sean de agua de mar, de agua con barcos,
y luego vuestros nombres, caracolas,
resuenen con extraños apellidos:
oceánicas, Mac – Nab, doradas Cooper.

Un día iré a Oak Ridge, doncellas,
con mi equipaje de canciones
y mi libre bandera pura y alta.
Recorreré una a una vuestras costas
y besaré la arena en vuestras playas.

Iré a mirar la luna entre las palmas
– amarilla y redonda –
como una gran naranja luminosa
rodando por el cielo de los trópicos.

Os saludo, muchachas,
adorables muchachas de las islas,
rodeadas por corales y tortugas enormes.

Os saludo muchachas, con un saludo rojo
como el sol, sobre el verde estruendo de las Olas.





SOLO LA NOSTALGIA



Tu cuerpo virgen es para mí sólo la nostalgia,
Sólo la orilla perdida, silenciosamente escapada
De la punta de mis dedos.

Todo un año
Pasé soñando inútilmente en tu delgada y ebria
Cintura de muchacha,
En tu rostro de niña iluminado por la estrella
Del amanecer.

Nada tengo de ti, sino esta tristeza caída en mí
Pecho
Como un pájaro helado.

Te evades de mis ojos, de mis manos, pero no de mis
Pensamientos
Embellecidos por la claridad de tu sonrisa apagada.

De noche, cuando quedo a solas,
No importa si a mi lado se mueven criaturas o permanecen
Inmóviles,
Tú vienes con tus pequeñas botas, con tus guantes,
Con tu abrigo de invierno hasta mi pobre rincón
Solitario.

En tu gorro de suavísima piel relucen cristales
De nieve y tus labios no me niegan su alegría.

Sonríes mientras apoyas la dorada cabeza sobre
Mi hombro
Igual que cuando allá lejos, tan lejos, en nuestra
Única tarde de amor,
Nos besamos.



PARÍS SIN AMOR

Verdaderamente
Las horas me parecen en extremo largas
Y hostiles este día.

No puedo más.
Necesito marcharme, alejarme, evadirme, huir.

Es algo realmente
Duro estar solo atravesado por el hielo
De un amor abolido.

¡Ah bella!

¡Pero qué hermosas y breves me parecerían,
En cambio, las horas
Si tú estuvieras aquí, sonriente,
A mi lado,
Mirándome con tu alegre mirada,
Fresca como la luna en las hojas
Del blanco y esbelto abedul!

Nos besaríamos sin prestar atención
A las gentes
Sobre los viejos puentes de piedra
Y a la sombra de los respetables y graves
Monumentos;
Vagaríamos tomados de las manos
Por los Campos Elíseos o nos iríamos como dos
Despreocupados snobs.
A husmear por las calles de la orilla izquierda,
O al  mercado Malik, en la puerta de  Glignancourt.

De allí tornaríamos al anochecer con los ojos
Cargados de pequeñas cosas inútiles, de anhelos,
De amabilísimas fruslerías.


La ciudad se vestiría de fiesta para recibirnos
Y depositaría en tus cabellos sus besos multicolores
Como esos huevos de la Pascua Florida
En las frías tierras del norte.




AMO

Amo la ciudad en que tú vives.

Amo la ciudad en que respiras,
Trabajas, hablas, sueñas.
Amo la ciudad en que tú ríes
Y lloras con tus lágrimas alegres.

Amo la ciudad en que tú vives.

Amo sus viejos puentes, sus campanas,
Sus teatros, sus estatuas, sus jardines.
Amo la ciudad que tú recorres,
Que tú acaricias, miras con tus ojos,
Con tus ojos que cuando me miraban
Besaba yo en silencio con los míos.


Amo la ciudad en que tú vives.

Amo las calles por donde tantas veces
Vagué soñando ahogarme en tus cabellos,
Morir o navegar en tu sonrisa.

Amo la ciudad en que tú vives.

Amo la ciudad donde tu rosa
Perece y se levanta cada día.
Amo el olor a pan en sus mañanas,
La flecha sumergida de sus trenes,
Amo sus escaparates con los libros,
Los pescados, los quesos y los vinos.

Amo la ciudad en que tú vives.

Amo sus nevadas y sus niños,
Amo el río y la barca sobre el río,
Amo la torre y el reloj, el aire,
El beso aquel que tú y yo nos dimos.

Amo la ciudad en que tú vives.





ESTUDIO DE UN ROSTRO FEMENINO

Tu rostro se parece al sonido
Y al color de tu voz.
Tu rostro es suave como la luz crepuscular,
Como un cielo de Leonardo es tu rostro,
Oh bella.
Tus ojos son como dos lucientes monedas
Recién acuñadas. Tus ojos brillan lejanos
Y se ríen de mí,
De mi torpeza, de mi rubor, de mi amor escondido
Pero que todo el mundo conoce.
Tus cabellos se parecen a las canciones de los marineros
Cuando se alejan, a los pájaros
Cuando emigran,
Pero tus labios a nada se asemejan,
Ni a una flor,
Ni a una fruta.

Tu rostro y tu beso me sobrevivirán.



ESTUDIO DE MI MADRE



Mi madre tenía la piel blanca y los ojos
Castaños. Su vida fue corta y nada fácil.
Le gustaba vivir y soñar en cosas imposibles.
A veces se ponía una flor en los cabellos
Y cantaba. La espuma del jabón corría en tanto
-olorosa, inocente- por sus manos.


Mi madre tenía los dedos finos, tiernos
Y hábiles.

De sus manos salían flores, frutos y pájaros
De hilo.

Amaba la belleza y vivió poco.
El sol brillaba sobre su frente de muchacha.




MUCHACHAS DE LOS INTERNADOS


Las muchachas de los internados sueñan con anillos
De bodas y con grandes sábanas arrastradas
Por el viento. En los ojos de las muchachas
De los internados se abren y se cierran puertas,
Arden cirios junto a laceradas imágenes,
Se deshojan flores.

Las muchachas de los internados guardan secretos
Y fotografías, afectos equívocos y mariposas
Disecadas.

Las muchachas de los internados conocen muchos
Tesoros ocultos
Que las gentes más doctas
 Ni siquiera sospechan.





ENIGMA


Las niñas juegan con su inocencia
Como con una daga,
Exploran cada centímetro de su piel,
Cada centímetro de su cuerpo
Y toman debida nota
De los progresos de su belleza.

Las niñas sueñan deslumbradas
En el fondo de los espejos
Como piedrecillas de colores
En el fondo de los estanques.

Las niñas suspiran, lloran y ríen
Sin saber por qué.  El mundo
Se hace de nuevo a cada instante
En el enigma de sus ojos.




MEMORIA DE ESTA LUZ

Amor de siempre, amor, amor de nunca.
F. GARCIA LORCA.



Allí estarás, situada en los rompientes,
Memoria de esta luz, cielo de ahora.
Allí estarás oculta en donde estuvo
Tu llama musical, quebrada rosa.

Allí estarás, amiga, contra el cielo,
Contra el cristal del grito y de la ola;
Allí estarás inmóvil contra el tiempo
Donde nace el amor y se destroza.

Allí estarás muriendo y sin morirte,
Como esperando lo que no se nombra;
Fija en el aire -cárcel de tu ausencia-
Donde naufraga la sirena y llora.

Porque por ti mi sangre, compañera,
De melodías se hizo labradora,
Soltó sus pájaros sobre las espigas
Y fue la reina de las amapolas.

Estás en mí y pasas tan distante,
Mujer de sed, cristal de mi locura,
Estás en mí y, sin embargo, llevas
Los ojos casi fuera de los días
Y el corazón pintado por la fuga.

Amor de siempre, amor, amor de nunca.





LA PALABRA LIBERTAD


A veces, amor mío,
La palabra libertad
Es para mí
Sólo el recuerdo
De tus dedos agudos
Terminados en nácar,
Sólo el recuerdo puro, feliz,
De tu cintura
Ceñida por la luz
De mi amor y del cielo.


A veces, amor mío,
La palabra libertad
Yo no la escribo
Sino con cuatro letras:
Por poner libertad
“Amor” yo pongo,
Y pienso en la dulzura
De estar contigo a solas,
Sin testigos, sin nadie,
Olvidados, anónimos.


A veces, amor mío,
La palabra libertad
Es para mí
Sólo el recuerdo
De tu cuerpo tendido
Junto a mí, sobre el lecho,
Mientras lejos retumban
Los cañones del cielo
Y la lluvia resbala,
Delgada, en mis oídos.


A veces, amor mío,
La palabra libertad
Es para mí
Sólo un cabello,
Sólo un hilo dorado,
Un rayo de tu pelo,
Sólo el hilo con que atas
Mi vida a ti,
A tu ser, a tu sueño,
A tu cuerpo.

A veces, amor mío,
La palabra libertad
“Amor”  se escribe.




SI  HUBIÉRAMOS TENIDO UNA CASA…


Si hubiéramos tenido una casa,
Una casa tranquila
Con luz por todas partes,
Todo hubiera sido distinto, mi amor,
Entre nosotros.

Si hubiéramos tenido una casa,
Tibia como una mano,
Como un pecho de madre,
Una casa con lámparas
Para alumbrar las horas,
Aún las más difíciles,
Todo hubiera marchado mejor,
Te lo aseguro.


Si hubiéramos tenido una casa,
Una casa tranquila
Con estantes y espejos,
Una casa con muebles sosegados,
Con sol en las ventanas
Y el comedor con cuadros
Y flores en los vasos,
Es posible que entonces
Fuéramos aún las notas
De un suave y bello canto.


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Pompeyo Cyrano del Valle Moncada más conocido comoPompeyo del Valle nació el 26 de octubre de 1929 en Tegucigalpa, Honduras. Es un poeta, ensayista, narrador y periodista que pertenece a la generación literaria del 50​.

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